martes, 26 de febrero de 2008

Chiste!

DOS amigos, Luis y Juan se fueron en un viaje de camping. Luego de una buena comida y una botella de vino se despidieron, se acostaron y se fueron a dormir. Algunas horas más tarde, Luis se despertó y codeó a su fiel amigo:
-Juan, mira el cielo y dime que vés.
-Juan contestó: Veo millones y millones de estrellas.
-Y eso, ¿qué te dice? -dijo Luis
Juan pensó por un minuto y dijo:
-Astronómicamente, me dice que hay millones de galaxias y potencialmente billones de planetas, astrológicamente, veo que saturno está en Leo, cronológicamente, deduzco que son aproximadamente las tres y diez; teológicamente, puedo ver que Dios es todopoderoso y que somos pequeños e insignificantes y, meteorológicamente, sospecho que tendremos un hermoso día mañana. ¿Y atí qué te dice?
Juan calló por un minuto y luego dijo:
-¡Que alguien nos robó la carpa!
¿Qué verdad nos dice de dónde venimos, porqué existimos y cuál es nuestro futuro?
Por: Iván G.




Evidentemente todos alguna vez hemos puesto al aire éstos términos… una de las preguntas más enigmáticas del ser humano. No es fácil responderla, pues, existen diferentes opiniones proporcionadas por teorías religiosas, míticas, filosóficas y científicas.
La explicación que nos da la ciencia sobre el origen y evolución del universo, hasta el punto del surgimiento de la vida en la Tierra, nos enseña que estamos en un espacio compuesto por elementos químicos y éstos a su vez por átomos; todo lo que tocamos, vemos, u olemos está formado por éstas unidades. Pero qué pasa cuando se llega a pensar en el porqué estoy aquí, cuál es nuestra misión, porqué desarrollamos la capacidad de pensar y razonar, si fuimos creados con un fin, si hay aparte de nuestro planeta otros aposentos de vida en el extenso universo, y bien la respuesta es: no lo sabemos. Nuestra mente es capaz de idear muchas cosas, pero pienso que siempre habrá (y por naturaleza) un digresión que marque nuestras dudas, tal vez a eso le llamemos Dios. Pero a lo largo de nuestra vida, y cuando nuestro conocimiento progrese más aún de lo sorprendentemente que ya lo ha hecho, se alzarán nuevas teorías y se abrirán puertas jamás imaginadas.

A continuación, presento un breve relato acerca del privilegio de la raza humana diciendo que nuestra presencia tiene una finalidad.


EL UNIVERSO, PRODUCTO DEL DISEÑO
Texto original: DINESH D’SOUZA.

Una de las creencias básicas de las principales religiones del mundo – y en particular del judaísmo, el cristianismo y el Islam- es que el hombre ocupa un lugar privilegiado en la creación de Dios. Según ellas, el universo fue creado pensando en nosotros, o incluso por nuestro propio bien. ¿Cómo se pueden armonizar estas creencias tradicionales con el descubrimiento de que vivimos en un universo vasto con numerosos planetas, galaxias innumerables y cientos de miles de millones de estrellas, algunas de ellas tan alejadas que se han extinguido totalmente antes de que su luz llegue a la Tierra?


Disco espiral de estrellas, polvo y gas, vista por el telescopio Hubble. Fuente: hubblesite.org

En años recientes, la física ha dado a esta interrogante una respuesta contundente que reafirma el lugar especial del hombre en el cosmos. Sucede que el vasto tamaño y la gran edad de nuestro universo no son coincidencias. Son las condiciones indispensables para la existencia de la vida en la tierra. En otras palabras, el universo tiene que ser tan extenso y tan antiguo como lo es a fin de contener habitantes vivos como nosotros. Todo el universo, con todas sus leyes, parece ser una conspiración para producir la raza humana. Lo físicos llaman este increíble descubrimiento el “principio antrópico(1)”.

A propósito para la vida
Los físicos tropezaron con el principio antrópico haciéndose una pregunta sencilla: ¿Por qué obedece el universo a esas leyes en especial? Llegaron a una conclusión admirable. A fin de que la vida exista – a fin de que la humanidad exista- la fuerza de la gravedad tiene que ser precisamente lo que es. El Big Bang tuvo que ocurrir exactamente cuando ocurrió. Si los valores básicos y las relaciones de la naturaleza fueran ligeramente diferentes, nuestro universo no existiría ni nosotros tampoco. Tan fantástico como pueda parecer, el universo está precisamente adaptado para que los seres humanos lo habiten. Vivimos en una especie de universo Goldilocks en el que las condiciones son “precisamente las
adecuadas” para que la vida emerja y prospere. Como lo señala el físico Paul Davies, “hemos sido incorporados a las leyes de la naturaleza de forma profunda y, me parece, significativa”.
El físico Stephen Hawking ofrece un ejemplo ilustrativo: “Si la proporción de expansión un segundo luego del Big Bang hubiera sido más pequeña siquiera por una parte en cien mil millones de millones, el universo se habría colapsado de nuevo antes de alcanzar su tamaño actual”. Por eso, las probabilidades en contra de nuestra presencia aquí son, por así decirlo, astronómicas, Y aun así, aquí estamos. ¿Quién es responsable de esto?



Ciertos físicos sobresalientes han reconocido las implicaciones del extenso alcance del principio antrópico. “Una interpretación de sentido común de los hechos”, escribe el astrónomo Fred Hoyle, “sugiere que un super-intelecto ha estado manipulando las leyes de la física”. El físico Freeman Dyson dice: “Mientras más examino el universo y estudio los detalles de su arquitectura, encuentro más evidencia de que el universo en algún sentido tienen que haber sabido que nosotros veníamos”.

Planeta Tierra. Fuente: legadocosmico.com






No somos un accidente
Como es de esperarse, el principio antrópico ha provocado un enorme debate y una fuerte reacción. El astrónomo Robert Jastrow señala que el principio antrópico “es el resultado más teísta que jamás haya salido de la ciencia”. Aun así, los científicos ateos y eruditos siempre atribuyen la precisión del universo a una coincidencia increíble. El físico Victor Stenger, en su libro Not By Design (No por diseño), escribe: “El universo es un accidente”.

¿Un accidente? El físico Steven Weinberg y el biólogo Richard Dawkins no se dejan impresionar por la improbabilidad de esta explicación. De acuerdo con Weinberg, “uno no tiene que invocar un diseñador benévolo para explicar porqué estamos en una de las partes del universo donde la vida es posible: En todas las otras partes del universo no hay nadie que pueda hacer esa pregunta”. Dawkins está de acuerdo: “No es un accidente que nuestra clase de vida se encuentre en un planeta cuya temperatura, lluvia y demás condiciones son exactamente las indicadas. Si el planeta fuera apropiado para otra clase de vida, esa clase de vida es la que habría evolucionado aquí”. En la ciencia esto se llama un “efecto de selección”. Puesto que estamos aquí, sabemos que –sin importar las probabilidades- el juego de casualidad cósmica tiene que haber funcionado a favor nuestro.
Este razonamiento plantea un problema que me gustaría mostrar ofreciendo un ejemplo del filósofo John Leslie. Imagínese a un hombre sentenciado a muerte de pie ante un pelotón de fusilamiento. Los tiradores disparan sus rifles. De una forma u otra todos fallan. Vuelven a disparar y nuevamente fallan sus tiros. Repetidamente disparan y repetidamente fallan. Luego el carcelero se acerca al prisionero y dice: “No puedo creer que todos hayan fallado. No hay duda de que es algún tipo de conspiración”. Aun así el prisionero se ríe y dice: “¿Por qué sugiere usted una conspiración? No es gran cosa. Obviamente, los tiradores fallaron puesto que si no hubieran fallado, yo no estaría aquí discutiendo con usted”. Ese prisionero inmediatamente, y con razón, sería trasladado al pabellón para enfermos mentales.
Dicho sencillamente, uno no puede explicar una improbabilidad de esta magnitud simplemente señalando nuestra presencia en la escena para reflexionar sobre el asunto. Aun es necesario tomar en cuenta esa improbabilidad tan grande. Recuerde que el principio antrópico no dice que, dado que hay miles de millones de estrellas en el universo, es sorprendente que la vida haya aparecido en nuestro planeta. Más bien, dice que el universo entero con todas sus galaxias y estrellas tuvo que haber sido formado de cierta forma a fin de contener vida.

Las profundidades de la naturaleza
El punto de vista ateo no sólo es incapaz de explicar la precisión de la naturaleza, sino que no puede explicar el profundo respeto de la naturaleza por las leyes. Davies escribe: “Si se elimina el origen divino de las leyes, su existencia se convierte en un profundo misterio. ¿De dónde provienen? ¿Quién envió el mensaje? ¿Quién planeó el código?”
En efecto, se puede plantear la pregunta de una forma más profunda: ¿Cómo pueden los objetos inanimados como los electrones guiarse por las leyes? Nuestra experiencia como seres humanos nos dice que sólo los agentes racionales y conscientes pueden obedecer instrucciones. Sigue siendo profundamente misterioso cómo los átomos y las moléculas pueden hacer lo que sea, y mucho menos regirse por reglas matemáticas. ¡Y qué reglas! A través de la historia de la ciencia, sus practicantes han encontrado que las anomalías de las leyes conocidas, por lo general, se explican mediante leyes aún más profundas y más bellas que parecen sustentar las obras de la naturaleza.
‘El universo en algún sentido
tiene que haber sabido
que nosotros veníamos’
El físico Freeman Dyson





Esto es lo que la bióloga Ursula Goodenough ha llamado “las sagradas profundidades de la naturaleza”, e incluso los científicos no religiosos se maravillan ante esta idea. Aquí es donde, me parece, muchos creyentes y no creyentes pueden encontrar una base común: su reverencia común por la grandeza de la creación.
Aun así, la mente que reflexiona sobre el complicado orden de la naturaleza siente el impulso irresistible de preguntar cómo llegó a ocurrir este orden. ¿Por qué está la realidad estructurada de esta forma? ¿Acaso las leyes que ordenan la naturaleza requieren alguna explicación última? Si es así, entonces claramente la mejor explicación de porqué el universo es tan ordenado, inteligible y favorable para la vida es que un ser inteligente lo hizo de esa forma.

Bibliografía: Revista Columbia, Febrero 2008, volumen 88, número 2, página 23
Artículo escrito por Dinesh D’Souza, autor de numerosos libros, incluyendo su más reciente, What’s Christianity [Qué tiene de grandioso el cristianismo] (Regnery). Su página en Internet es
www.dineshdsouza.com

1 En
cosmología el principio antrópico establece que cualquier teoría válida sobre el universo tiene que ser consistente con la existencia del ser humano.